Autor: Felipe Pigna.
Con la
incorporación de los diputados del interior quedó constituida a fines de 1810
la llamada Junta Grande. Esto provocó la renuncia de Mariano Moreno y el
enfrentamiento dentro de la nueva junta de sus partidarios y los de Cornelio
Saavedra. Los primeros eran partidarios de cambios profundos y de manejar la
revolución desde Buenos Aires mientras que los segundos, eran más conservadores
y proponían compartir las decisiones con las provincias. Las derrotas del
Ejército del Norte, que hacían peligrar la continuidad de la lucha contra los
realistas, y la necesidad de tomar decisiones rápidas llevaron a la
concentración del poder ejecutivo en pocas personas: primero en tres, los
Triunviratos (1811-1814), y luego en una sola, el Directorio (1814-1820).
La
creación de un poder ejecutivo de tres miembros, el Triunvirato, se concretó el
23 de septiembre de 1811. Los triunviros Juan José Paso, Feliciano Chiclana y
Manuel de Sarratea y el secretario, Bernardino Rivadavia, pensaron que las
exigencias de la guerra hacían necesario un poder ejecutivo fuerte y
disolvieron todas las juntas provinciales y hasta la propia Junta Grande. Estas
medidas concentraron todo el poder en Buenos Aires y dejaron al interior sin
representantes.
Un logro
fundamental del Segundo Triunvirato fue la concreción del Congreso
Constituyente, postergado desde 1810. El 24 de octubre de 1812 se convocó a
elecciones para diputados a la Asamblea General Constituyente. El documento
decía entre cosas: "España no puede justificar su conducta en constituirse
ante el tribunal de las naciones imparciales, sin confesar, a pesar suyo, la
justicia y santidad de nuestra causa (...) El eterno cautiverio del señor don
Fernando VII ha hecho desaparecer sus últimos derechos con los postreros
deberes y esperanzas las más ingenuas".
La
Asamblea inauguró sus sesiones a fines de enero de 1813 y se proclamó
representante de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Tenía por
objetivos proclamar la independencia y sancionar una constitución que incluyese
la forma republicana de gobierno y la división de poderes. Lamentablemente,
estos postulados no fueron cumplidos.
Sin
embargo, la obra de la Asamblea fue importante porque se convirtió en una
especie de declaración de principios que sirvió de antecedente en los futuros
proyectos constitucionales.
Si bien
ya se habían suscitado problemas entre el caudillo de la Banda Oriental, José
Gervasio Artigas, y las autoridades de Buenos Aires, durante la reunión de la
Asamblea se produjo un nuevo distanciamiento entre ambos por el rechazo de los
diputados orientales.
La
Asamblea del Año XIII, presidida por Alvear, temía que la incorporación de los
artiguistas produjera una virtual alianza entre el caudillo oriental y San
Martín para apurar una declaración de independencia, en contra de los intereses
del grupo alvearista.
Los
representantes de Artigas traían instrucciones muy precisas, que no eran del
agrado de la clase dirigente porteña: Inmediata declaración de Independencia; constitución
republicana; gobierno central con respeto a las autonomías provinciales y el
establecimiento de la capital fuera de Buenos Aires.
Las
elites porteñas temían que la influencia del caudillo oriental se extendiera al
resto de las provincias. Veían en la acción de Artigas un peligroso ejemplo que
propugnaba un serio cambio social.
El
reparto de tierras y ganado entre los sectores desposeídos concretado por
Artigas en la Banda Oriental bien podía trasladarse a la otra margen del plata
y poner en juego la base de su poder económico.
La
Asamblea del Año XIII aprobó el uso de los símbolos patrios desechados por el
Primer Triunvirato como la bandera, la escarapela, el escudo y el himno
nacional que proponía: "coronados de gloria vivamos o juremos con gloria
morir."
En lo
social, la Asamblea declaró libres a los hijos de los esclavos; suprimió la
mita y el yanaconazgo; abolió los títulos de nobleza; prohibió y mandó a
destruir los instrumentos de tortura.
La
Asamblea se ocupaba de la salud de sus habitantes:
"4 de Agosto. La Asamblea General declara que ‘habiendo conocido con dolor y perjuicio de la población que la multitud de infantes que perecen luego de nacidos del mal vulgarmente llamado de «los siete días», un espasmo que entre otras cosas se origina por el agua fría con que son bautizados; y habiendo oído al efecto a los profesores ilustrados en la materia; resuelve que no se bautice en pueblo alguno de los comprendidos en el territorio de las Provincias Unidas sino con agua templada en cualquiera de las estaciones del año; y a efecto de ocurrir por todos los medios posibles a reparar los males consiguientes con que son tratados los infantes al nacer, y luego de nacidos por las primeras manos a que deben su socorro, se reencarna muy particularmente al Supremo Poder Ejecutivo la vigilancia del cumplimiento de la ley’”.
"4 de Agosto. La Asamblea General declara que ‘habiendo conocido con dolor y perjuicio de la población que la multitud de infantes que perecen luego de nacidos del mal vulgarmente llamado de «los siete días», un espasmo que entre otras cosas se origina por el agua fría con que son bautizados; y habiendo oído al efecto a los profesores ilustrados en la materia; resuelve que no se bautice en pueblo alguno de los comprendidos en el territorio de las Provincias Unidas sino con agua templada en cualquiera de las estaciones del año; y a efecto de ocurrir por todos los medios posibles a reparar los males consiguientes con que son tratados los infantes al nacer, y luego de nacidos por las primeras manos a que deben su socorro, se reencarna muy particularmente al Supremo Poder Ejecutivo la vigilancia del cumplimiento de la ley’”.
Mientras
sesionaba la Asamblea, se produjo en Europa la derrota de Napoleón. El
consecuente retorno de Fernando VII al trono español complicó las cosas. El
primer mensaje de Fernando VII a los revolucionarios americanos fue
contundente: América era una colonia española y las juntas que gobernaban en su
nombre habían caducado. Estaba claro que el rey intentaría por todos los medios
reconquistar estos territorios.
Con la
excusa de la amenaza exterior, la Asamblea, dominada por Alvear, dio un paso
más en la concentración del poder: creó un poder ejecutivo unipersonal, el
Directorio. Así lo cuenta Alvear en sus memorias: "Yo sentí al instante
este gran defecto (un poder ejecutivo de varias personas) y siendo miembro de
la Constituyente, traté de sondear los ánimos con el objeto de concentrar el
poder en una sola persona. (...) No había pues tiempo que perder y era preciso
empezar por hacer en el gobierno una gran variación que pedían imperiosamente
las circunstancias. El coronel San Martín había sido enviado a relevar al
general Belgrano y la salida de este jefe de la capital que habíase manifestado
opuesto a la concentración del poder, me dejaba más expedito para intentar esta
grande obra".
Gervasio
Posadas, el tío de Alvear, fue el primer Director Supremo del Río de la Plata.
Nombró a su sobrino Jefe del Ejército del Norte, lo que despertó gran
descontento y finalmente la renuncia de Posadas y para peor, el nombramiento
del propio Alvear como reemplazante. Todo quedaba en familia, pero esto fue
visto como una provocación y pronto quedó más clara aun la impopularidad del
nuevo Director.
Posadas,
con el apoyo de la Asamblea, tomó una serie de medidas: tras las derrotas de
Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813)
reemplazó a Belgrano por San Martín en el Ejército del Norte, declaró
"traidor a la patria" a Artigas y ordenó la creación de una flota de
guerra que puso al mando de Guillermo Brown, quien inmediatamente realizó un
bloqueo naval a Montevideo, completando el sitio que estaba llevando adelante
Rondeau.
En poco
tiempo, Alvear consiguió que lo nombraran al frente del sitio y al caer la
capital oriental se llevó todos los laureles del triunfo. Poco después promovió
un armisticio con Artigas que duraría muy poco.
En el
plano internacional, llegaron a Buenos Aires certeros rumores de que en España
se estaba preparando una poderosa expedición militar para aplastar a los
movimientos patriotas y se decidió enviar una misión diplomática a España, a
cargo de Belgrano y Rivadavia.
A fines
de 1814, Alvear consiguió que Posadas lo designara al frente del Ejército del
Norte en reemplazo de Rondeau, quien a su vez había suplantado a San Martín,
que pasó a hacerse cargo de la gobernación intendencia de Cuyo.
La plana
mayor del Ejército del Norte rechazó el nombramiento de Alvear, poniendo a la
unidad militar en estado de sublevación y exigiendo no modificar la
comandancia.
Posadas
debió renunciar y Alvear obtuvo el cargo de Director Supremo. Asumió el 10 de
enero de 1815.
La
situación de Alvear tampoco era muy halagüeña y los problemas se agravaron
debido a la conducción personalista que imprimió a los actos de gobierno, lo
que cosechó una fuerte oposición.
Alvear
intentó tranquilizar el frente oriental y envió una misión diplomática que
llegó a un acuerdo con Artigas por el que se reconocía la autonomía de la Banda
Oriental y la jefatura de éste a cambio de que su influencia no superara el río
Uruguay.
Para San
Martín la salida de la crisis pasaba por llevar la guerra hasta sus últimas
consecuencias reorganizando el ejército y atacando el bastión español de Lima.
Para
Carlos de Alvear, la solución a las amenazas españolas era buscar el
protectorado británico.
El nuevo
director había enviado una misión diplomática a cargo de Manuel José García con
el fin de entrevistarse con el embajador británico en Río de Janeiro, Lord
Strangford, a quien debía ofrecerle la entrega en protectorado de las
Provincias Unidas al Reino Unido.
El
general Alvear le escribió al embajador inglés en Río de Janeiro, Lord
Strangford: "Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir
sus leyes, obedecer a su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se
abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés.
Yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los males
que las afligen. Es necesario que se aprovechen los buenos momentos, que vengan
tropas que impongan a los genios díscolos y un jefe plenamente autorizado que
empiece a dar al país las formas que fueren del beneplácito del Rey".
García
fue frenado en su misión por Belgrano y Rivadavia, quienes ya estaban en Río de
Janeiro y buscaban una salida pacífica a la complicada situación de las
Provincias Unidas.
Para la
mayoría, la actitud de Alvear era una traición a la patria. Así lo entendió
Artigas al que se adhirieron las provincias litorales.
En todos
lados hubo protestas y hasta San Martín, indignado, había decidido renunciar a
su cargo de gobernador de Cuyo, pero un Cabildo Abierto lo repuso antes de que
llegara el reemplazante que rápidamente mandó Alvear. De nada le sirvieron al
Director el decreto de pena de muerte contra sus opositores y la censura de la
prensa. Las tropas que había enviado para combatir a Artigas se sublevaron al
mando de Ignacio Álvarez Thomas el 3 de abril de 1815 en Fontezuelas. Decía
Álvarez Thomas en su proclama: "Cuando un pueblo valiente, generoso y
lleno de virtudes se ve ajado, oprimido y degradado por la pequeña fracción de
hombres inmorales y corrompidos que en la actualidad componen y son los agentes
del gobierno que representa el general Alvear, es un deber sagrado de sus hijos
librar a sus hermanos y compatriotas de los horrores que sufren".
Alvear
debió renunciar al directorio y al sueño del protectorado británico para estas
tierras. La caída de Alvear arrastró a la Asamblea manejada por sus
partidarios. Pero la necesidad de organizar al país y declarar la independencia
seguía pendiente. El nuevo Director Supremo, Álvarez Thomas, convocará a un
Congreso, esta vez en la ciudad de Tucumán.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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