POR: JUAN IGNACIO ROBBA
Todas las operaciones
comerciales de un país son registradas anualmente en la balanza de pagos. El
objetivo es tener un control minucioso de cuánto dinero ingresa y cuánto dinero
sale, a partir de los diversos movimientos de divisas que se realizan diariamente.
Uno de los componentes de esta cuenta es la balanza comercial, que registra la
diferencia entre exportaciones e importaciones. Cuando su resultado neto es
mayor a cero, se dice que se obtuvo superávit comercial; mientras que si es
menor a cero, se trata de un déficit.
A
su vez, otro de los factores fundamentales dentro de la balanza de pagos son
los capitales que se hallan dentro de la economía nacional, tanto las
inversiones como los ahorros. Esto es muy simple. La economía de cada individuo
y, por lo tanto su ahorro, se encuentran íntimamente ligados a la confianza que
éste tiene por sobre la moneda corriente. En nuestro caso, el peso. Es lógico
que, luego de las diversas crisis que la Argentina ha sufrido, la seguridad que
brinda el peso sea relativa, lo que significa que la gente prefiere ahorrar en
dólares. Siguiendo en esta línea, frente al miedo subyacente de volver al 2001
que a veces sobrevuela por algunos medios, los ahorros son sacados de los
bancos. Esto es lo que se llama corrida bancaria. Como ya se mencionó, la
economía está ligada a la confianza, por lo tanto si se empieza a instalar la
idea que va a existir algún tipo de problema en relación a los depósitos
bancarios –por ejemplo la insolvencia-, la gente opta por retirarlos y ponerlos
en otro lugar, con mayor “seguridad jurídica” o “seguridad económica”, según
guste.
Por
otra parte, frente a la incertidumbre que se instala sobre una economía
nacional, las inversiones pueden disminuir considerablemente. De allí se extrae
el concepto de “fuga de capitales”, que implica la retirada masiva de moneda
por parte de inversores extranjeros, lo que también influye directamente sobre
la balanza de pagos. Entonces, para impedir que se produzca una fuga de
capitales, es necesario mantener un nivel creciente de exportaciones.
Sin
embargo, el mundo se encuentra en una crisis profunda, determinada por la
recesión europea. Esto hace que las exportaciones no crezcan en la misma medida
que lo hacen las importaciones de un país que crece a tasas altas como
Argentina, por lo que el margen de la balanza comercial comienza a achicarse.
“Lo que pasa es que, siempre en el mundo “desarrollado”, enarbolando la bandera
del librecomercio, se trató de manejar esto en perjuicio de los más chicos.
Hoy, el mundo cambió y los países más chicos se plantan de otra manera”,
expresó a Política Argentina Agustín D´Attellis, economista de la agrupación La
Gran MaKro y asesor del Ministerio de Economía. Aquí entra el tema de las
trabas a las importaciones que, sin lugar a dudas, genera una gran controversia.
Librecomercio vs Proteccionismo:
Una
de las cuestiones principales que se pone en juego en relación a este tema es
el de la protección de la industria nacional. “Estamos en un contexto de crisis
internacional muy grave y muy profunda, donde Europa está al borde del colapso.
Esto genera que muchas industrias desarrolladas se estén cayendo. Lo que ellos
intentan hacer es lo que se llama “exportar el ajuste”. Esto significa que lo
que buscan es tener una salida de sus productos en economías que crecen, como
por ejemplo la nuestra. Entonces, corrés el riesgo de que Europa te inunde de
productos, a precios muy bajos, con políticas de dumping, es decir que, aunque
pierdan plata, van a inundar de productos igual, con tal de reactivar sus
economías por el lado del sector externo”, afirmó D´Attellis. El planteo se
centra en que si estos países que se encuentran en recesión, buscan vender sus
productos a precios más bajos, perjudicarán severamente a las industrias y
empresas nacionales, que no podrán competir con aquellos valores. La reforma de
la Carta Orgánica del Banco Central tiene que ver con esto, ya que se busca
redireccionar créditos por parte de los bancos hacia el aparato productivo de
las PyMEs, para fomentar su crecimiento y productividad. No obstante, el
licenciado y economista jefe de Elypsis, Luciano Cohan, cree que existe otra
parte del panorama que no se está contemplando: “Por un lado están aquellas
empresas que compiten contra las importaciones que, lógicamente, se ven
beneficiadas; pero éstas son solamente un porcentaje del entramado productivo
de la industria local. Por otro lado, existe un número muchísimo mayor de
firmas que tienen a las importaciones como insumos en su cadena de producción”.
Uno
de los pilares de este modelo económico ha sido mantener el superávit
comercial, o sea mantener un saldo positivo de ingreso de divisas a la
economía. Siguiendo este razonamiento, D´Attellis opina que es necesario que
esta medida sea acompañada por otras que fomenten la industria local: “Además
de frenar las importaciones como pauta de corto plazo para mantener el saldo,
también se llevan adelante políticas de sustitución de importaciones. Se
empiezan a identificar cuáles son aquellos productos que hoy están entrando en
la economía, que generan esta situación negativa en la balanza comercial, y se
busca sustituirlos por bienes de industria local. En algunos casos vas a poder,
en otros no. Pero bueno, parte de eso que se llama “sintonía fina”, tiene que
ver con trabajar sector por sector del mercado, identificar estos productos y
poder suplantarlos”. Un ejemplo es el Plan Argentina 2020, impulsado desde el
Ministerio de Economía con el objetivo de fomentar la industria.
No obstante, Cohan cree que la razón de que hoy existan tales trabas a las importaciones es que “el Gobierno ve que están faltando dólares y busca por todos los medios posibles contener el drenaje”.
No obstante, Cohan cree que la razón de que hoy existan tales trabas a las importaciones es que “el Gobierno ve que están faltando dólares y busca por todos los medios posibles contener el drenaje”.
Metodología:
Ahora
bien, ¿cómo hace hoy el gobierno para controlar los bienes que intentan
ingresar al país? A través de la utilización de las denominadas Licencias No
Automáticas (LNA). Cuando se busca importar algún producto, existen una serie
de trámites que son automáticos, de modo tal que el bien se autoriza y entra,
cumpliendo con las normas pertinentes. “Lo de las Licencias No Automáticas hace
que, además de presentar los papeles, haya que pedir un permiso extra para
entrar ese producto. El trámite es más lento, ya que hay que pedir una
autorización y presentar los documentos de manera diferente, de acuerdo a las
características de ese bien”, cuenta D´Attellis. El organismo encargado de
evaluar la situación puntual de cada producto es la Secretaria de Comercio, que
luego decidirá la autorización de su entrada a la economía. Continúa el titular
de la Comisión de Comunicación de La Gran MaKro: “Las Licencias No Automáticas,
son una medida que está aprobada por la Organización Mundial del Comercio
(OMC), no es que estamos haciendo algo como país que está por fuera de las
reglamentaciones internacionales. La O.M.C. establece el tema de estas
licencias como una política válida de comercio que un país puede llevar
adelante. Además, hay muchas economías mundiales que tienen muchísimas más LNA
que Argentina, por ejemplo Brasil. Todos los países del mundo, incluso los
desarrollados, son súper proteccionistas a la hora de tener que hacerlo, porque
les conviene o porque existe algún problema en especial”.
Problemáticas:
Como en todo sistema nuevo que se implementa, existen diversas fallas que deben mejorarse. “Tal como está planteando es absolutamente aleatorio, nadie conoce los criterios a partir de los cuales se aceptan o rechazan productos. Por lo cual, cuando el empresario o el productor toma la decisión de importar, está completamente expuesto a la incertidumbre de no saber si va a poder o no. En ese sentido, veo como falla a la ausencia de reglas conocidas sobre cómo funciona el mecanismo”, expresó Cohan.
Como en todo sistema nuevo que se implementa, existen diversas fallas que deben mejorarse. “Tal como está planteando es absolutamente aleatorio, nadie conoce los criterios a partir de los cuales se aceptan o rechazan productos. Por lo cual, cuando el empresario o el productor toma la decisión de importar, está completamente expuesto a la incertidumbre de no saber si va a poder o no. En ese sentido, veo como falla a la ausencia de reglas conocidas sobre cómo funciona el mecanismo”, expresó Cohan.
En
contraposición, para D´Attellis las fallas son meramente administrativas y
propias de un método diferente y novedoso: “En algunos casos, el sistema en la
práctica termina siendo muy engorroso para los importadores, ya que la
estructura de la Secretaria de Comercio no es muy grande, lo que hace que
tampoco sea muy fluido el trámite. Entonces, los problemas que hay es que
quienes quieren importar se demoran con trámites que se traban, tardan, o se
dilatan”. Esto sucedió en una primera etapa cuando estuvo parado por unos días
el ingreso de ciertos libros, lo que recibió varias críticas en los medios.
“Sin embargo, se solucionó rápidamente y se demostró que no hay ninguna
intención de perjudicar a nadie ni de tomar ninguna medida que sea irracional.
Cuando se detectó el caso de alguna de esas cuestiones, enseguida se corrigió”.
El
apuntado como responsable de tomar estas decisiones es el Secretario de
Comercio Interior, Guillermo Moreno. “Las trabas a las importaciones están
teniendo un impacto sobre la actividad económica. Ya es visible y notorio que
la Argentina está pasando por un proceso de recesión clara, que no se ve en el
resto de los países de la región”, afirma Cohan. Sin embargo, se ha generado
una gran mitificación alrededor del funcionario, en cuanto al supuesto poder
que posee y la influencia que tiene sobre el Poder Ejecutivo. Pero las críticas
que se le realizan podrán ser en todo caso en cuanto a su falta de diplomacia,
no en cuanto a su labor. Los dos economistas concuerdan en que la política de
recaudación ha logrado ciertos frutos. “Nosotros estimamos que Moreno, a través
de ciertos mecanismos, ahorró en el último semestre, entre 2.000 y 3.000
millones de dólares. Con lo cual, al menos desde ese punto de vista, fue
bastante exitoso”, cuenta Cohan.
Por
último, es evidente que la medida debe perfeccionarse, en pos de tanto
beneficiar a los productores locales, como de mantener la balanza comercial con
superávit. “Como dije, existen ciertos problemas, pero está demostrada la
intención de solucionarlos y no generarle ninguna traba a nadie; sino de
manejar una situación macroeconómica. Esta política hay que profundizarla y
dinamizarla también en el largo plazo, y no quedarse en la chiquita de si entra
un libro o no, que son temas que se van solucionando día a día”, concluye
D´Attellis.
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